Escribe Javier R. Cinacchi en
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Confiable
No solo cazador de recompensas,
guardián confiable, y escolta audaz.
No iban a poder robar si él
tenía aún la vida en sus armas.
No solo sabía usar la espada,
sabe usar muy bien el arco,
y sabe pelear cuerpo a cuerpo,
si las armas no están a mano.
El cabalga tranquilamente...
confiado, pero escuchando todo,
como un animal indomable,
a punto de pelear por un ruidito.
Un día escolta una carreta,
sin saber qué había dentro,
pero escuchó la voz de dos mujeres,
y ocho ladrones atacaron.
A la noche... y sin embargo,
de esos ocho solo llegaron
a acercase cinco, pues a tres
los bajó a flechazos.
Una pelea más
Se acercan cinco delincuentes
a la carreta que protege,
(él y otros dos hombres),
y se miden en combate.
El que conducía intentó alejarse,
el héroe, baja a uno, enfrenta a dos.
Sus otros compañeros mueren;
mueren, pero se llevan a uno.
De los tres que quedan
dos lo enfrenta con sus espadas,
el otro corre en su caballo,
a la carreta que se escapa.
Los metales se enfrentan,
el héroe agradece haber entrenado,
a uno le hace un tajo en el brazo,
y le da una estocada.
El otro delincuente,
se queda observando,
pero antes logró
en la pierna herirle.
Y decide escaparse,
antes de ser vencido.
El héroe lo mira
pero no quiere detenerse.
Su orgulloso enemigo
duró un corto respiro.
Monta a su caballo, va a la carreta,
las dos mujeres gritan a lo lejos.
Al llegar, el conductor está muerto,
una mujer golpeada y otra llevada.
No la deja abandonada aunque dijo:
“Yo no soy la que importa”.
La mirada del héroe es pura fuerza,
firmeza absoluta, y como una de sus flechas,
va a la otra mujer en su caballo.
Al captor de una señorita, con ella.
...Una muchachita cuidada sin saber, por él.
Pero no está pudiendo alcanzarlo.
“Déjame” “Espérame, volveré”.
Y ahora se siente más rápido.
A la pequeña no la escucha más,
al delincuente lo ve de lejos.
Esfuerza a su caballo, y este lo comprende,
las nubes lloran pequeñas lágrimas.
Toda la vida del héroe es un instante.
Solo piensa en alcanzarlo,
solo piensa en vencerlo.
No hay otro universo que esto.
Y ayudado por el viento lo alcanza,
el delincuente salta del caballo,
la muchachita está llorando,
él salta también de su caballo.
Y recién allí se da cuenta,
que tiene una herida en la pierna.
Y no le importa, lo mira,
fijo con ojos de águila.
Le sonríe, porque sonríe al peligro.
El delincuente está fatigado,
él respira calmo, como el viento,
cuando está calmo.
Avanza batiendo su espada el delincuente,
y con una daga en la otra mano.
El héroe lo mata en su corazón,
y le mira la daga que no llegó al suyo.
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En la Biblia dice: (1) Muy dichoso aquel que no se guió por consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de burladores se ha sentado:
(2) Antes, en la Enseñanza de Yahweh está su deleite, y en su Enseñanza medita de día y de noche. Salmo 1.