"Todos nuestros sueños pueden convertirse en realidad si tenemos el coraje de perseguirlos". Walt Disney.
Leer la novela online: El Grupo de los Diecinueve Jóvenes y la Primer Puerta.
Autor Javier R. Cinacchi
Es la página 77 del libro.
Juan mandó analizar discretamente su anillo para saber si era o no de oro.
—Fui a un joyero —les cuanta Juan—, y me dijo: no es oro aunque hubiera jurado, lo era a primera vista; y… que la plata no es plata aunque también hubiera jurado que lo era. No son metales preciosos. Fui a dos joyeros. Ambos me dijeron lo mismo. ¿Y saben qué? En donde lo rasparon se arregló solo la raspadura a las horas. Uno me ofreció el doble de su valor equivalente en oro, por el gran parecido y la incrustación del otro metal —hizo una pausa, miró al suelo, luego hacia delante como extendiendo su mirada a un punto invisible. Continuó sin la firmeza típica que lo caracteriza, diciendo:
—Mis reflejos aumentaron, pero lo más asombroso fue que me encontré manejando mi coche sin moverme. Como si pudiera manejar maquinas con el pensamiento. Con solo desearlo. Pero luego me duele mucho la cabeza. Miren… A ver… Sí, ese semáforo que se ve ahí… Lo voy a dejar en rojo.
Había un semáforo a lo lejos. Al instante comenzaron a tocar bocina los vehículos. Seguramente piensan los conductores dejó de funcionar por quedarse la señalización en luz roja.
—Ahora lo dejo de afectar y vuelve a su estado normal —dijo Juan, y así ocurrió.
—Voy a hacer que todos sus relojes se les detengan… Miren sus relojes…
Todos asombrados miran sus relojes detenerse (o apagarse) ya sean digitales o de aguja. Luego, a los minutos de preguntarse uno a otro si su reloj estaba en tal estado, dejando de observarse a Juan como enajenado. Vuelven a la normalidad cuando Juan indica con un gesto de su mano, haría eso.
—Mi celular se detuvo la hora, es asombroso. Y fue el único que no se apagó —dijo Verónica.
—Es que ese —dice Juan—, fue el primero en que me concentré y lo hice así.
Sonia interrumpe al llorar. Se tapa la cara con las manos, intentando hacer el menor ruido posible. Inclina su cabeza en el hombro de Carla. La abraza sin dejar de llorar. Guardaron respetuoso silencio hasta que comenzó a relatar su historia.
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