Leer la novela online: El Grupo de los Diecinueve Jóvenes y la Primer Puerta.
Autor Javier R. Cinacchi
Fotografía de Ana y Luis, bailarines
Es la página 10 del libro
El tango, no es extraño escucharlo de fondo en la ciudad de Buenos Aires. Una música nacida por emigrantes en barrios de Argentina y Uruguay. Los argentinos llegaron a hacerla su música nacional, un símbolo; podríamos decir que nació y evolucionó en Argentina, y pertenece al mundo entero. Cada vez se opacó más tal música que brillaba en Buenos Aires, luego de la época en que muchas cosas eran distintas, cuando dejó de estar de moda. Los jóvenes siguieron la moda del momento, el rock; eso que ahora también se está opacando... No obstante el tango y su arte perdura, y lo hará siempre como todas las cosas muy bellas.
Allí Carla, deteniéndose para disfrutar, observa. A unos metros ve a otra chica aproximadamente de su edad, sentada sola, mirando la gente pasar. Le agrada su apariencia, sencilla y bien vestida. Se acerca a ella para estar en compañía. Hay considerable gente en la plaza.
—Disculpa ¿Puedo sentarme al lado tuyo para ver como bailan? —Le pregunta Carla señalando a los bailarines de tango.
—Sí, claro —Le responde, apenas observando a quien le pregunta.
La noche posee una brisa suave y apacible, el cielo está despejado, el sonido de los vehículos y de la gente realizan en su conjunto reiterada sonora armonía de la ciudad porteña. Ésta se mezcla, en ese instante, en ese lugar; con tangos provenientes de un equipo de música gastado, que posee la pareja que baila ante la mirada de la gente en la plaza; y entre medio de aquellos que caminan sin ni siquiera dirigirles una mirada. Lo hacen, a cambio del merecido aplauso de aquellos que los observan y por el dinero que su ocasional público les brinda. Se nota que su artístico trabajo les apasiona.
Bailan hermosamente el tango. Efectúan ágilmente posturas, a veces sensuales, al ritmo de la música, y muestran destreza. Formando figuras, sus cuerpos se rosan, tocan, alejan o vuelven a su encuentro, de forma apresurada o lenta al ritmo del tango.
Parece no se dieran cuenta de la gente que los rodea. Fijan reiteradas veces la mirada mutuamente, como si ellas jugaran también a perderse y hallarse. Carla observa en silencio, a través de pocas personas interponiéndose con su pasar.
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