"La poesía no quiere adeptos, quiere amantes."
Federico Garcia Lorca.
Leer la novela online: El Grupo de los Diecinueve Jóvenes y la Primer Puerta.
Autor Javier R. Cinacchi
Es la página 55 del libro.
Contra la pared, mesas y sillas habían sido acomodadas y tapadas de tal forma, por telas pintadas, que con el humo más las luces no parecían esto, sino rocas rodeándolos por los costados. Y como la mesa está con los platos vacíos. Comprenden, es una invitación a centrar la atención en el escenario.
En cuanto se acercaron con su paso lento, acomodándose al frente, el violinista se silenció. El piso comenzó a mostrar un juego de luces, añadiéndose al ambiente efectos de láser resplandeciendo en el humo, atravesándolo y dibujando figuras. El violinista se volvió guitarrista, y detrás de él se dejó ver a alguien en percusión. Aparecen lentamente, uno a uno todo un grupo de Hard Rock, quedando inmóviles frente al grupo de los veinte, hasta que todos están listos.
Comenzó así, un recital privado. ¿Y los que tocaban folclore?
—Le damos la Bienvenida al Grupo de los Veinte Jóvenes que buscan hacer algo distinto, que sea sano… Obvio. —Dice con una sonrisa irónica un músico.
Un fuerte trueno resuena, prolongándose un instante, a lo cual gritaron algunas chicas. El sonido de truenos en distintas intensidades, los acompañarían a lo largo del festejo.
—Parece que va a llover… ¡Diviértanse! Uff y gracias por esta cerveza artesanal que tienen y nos convidaron —añadió el músico.
Al comenzar la música, algunos bailaron; en un momento el baile fue empujarse, y saltar al volverse la música Heavy Metal. Humo, luces y efectos los acompañan.
Así comenzó el mini recital que organizaron, tocaron unas canciones durante unos cuarenta y cinco minutos, saludaron, y luego sólo quedó el que tocaba el violín, al cual recurrió nuevamente. Tomándolo con delicadeza, como si se tratase del cristal más débil y costoso que existiera. Comienza a sentirse la sensación de haber finalizado esa escenografía aunque no se quisiera.
Se escuchan algunos truenos de fondo, en lejanía, no se sabe si son preparados o de la tormenta. El violinista de forma magistral prolonga melodías perfectamente en tonos armoniosos; a esto se suma un quinteto con guitarras criollas que comienzan a acompañarle. Posee un aire de misterio aquella música, acrecentado por el entorno.
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