Leer la novela online: El Grupo de los Diecinueve Jóvenes y la Primer Puerta.

Es la página 84 del libro.
—Esta leyenda, aunque con palabras distintas, ha pasado de generación en generación, tomándosela muchos en serio —continuó hablando El Anciano con voz cálida, y dirigiéndoles la mirada uno a uno como lo venía haciendo:

—No estoy solo, ni ustedes están solos, se podría decir, hemos rescatado estos objetos que se les ha entregado. De seres que ya no pueden cuidarlos. Mateos estaba por abrir la boca cuando El Anciano le hizo un gesto de que aguardara, y continúo diciendo:

—En un principio sólo se iba ha hacer entrega de un objeto a Marcos. Su padre, nunca lo aceptó pese a conocer la entrada a una puerta. Mejor dicho, conocer más o menos el lugar donde está. Pero se podría decir, sabíamos, él no sería nada favorable a los que desean conservar unido el universo. Entonces comenzamos a fijarnos en ti, Marcos, y nos agradaste. Las puertas no deben caer en olvido, ser destruidas, ni tampoco ser conocidas por irresponsables. Además no hay objetos -como los anillos-, que podrían decirse “llaves” o “pasajes seguros”, para todos. Pues sepan, también sirven para eso.

—Dio la oportunidad, de la formación de su grupo. Nos pareció a los guardianes de las puertas, rememorando tiempos antiguos entre los humanos, podríamos… —dice El Anciano y mirando fijamente a los ojos a Marcos hace una pausa. Continúa:— Confiar en nuevamente en varios. En su caso en diecinueve humanos. Este grupo tal y cual están aquí en este momento.

—Claro que —continua El Anciano—, sinceramente, intervinimos un poco para que algunos que no nos agradaban, no entren, y sí otros de los cuales nos agradaron. A estos últimos les dimos un empujón.

—En el caso de la señorita que los acaba de dejar; tal vez nos hubiera gustado esté. Pero no conseguimos ningún objeto especial para que pudiera poseer ella. No es hasta donde sabemos su destino. Los objetos tienen algo en sí mismos que se suma a la estructura del poseedor dándoles nuevas posibilidades según la memoria del mismo y sus cálculos. Y también sirven para no morir o perderse al atravesar una puerta. Porque en los objetos se graba información de ustedes y es lo primero que cruza. Y no se preocupen por ahora de su interior, puede cambiar a veces.


Es la página 85-87 del libro.
El Anciano se para haciendo un gesto pidiendo silencio, mostrando así que se estaba por marchar culminando su dialogo, sin responder a más preguntas.

—Por ahora ustedes están siendo cuidados, pero esos cuidados no durarán por siempre, sino tan solo hasta que atraviesen su primer puerta. Marcos ¿escuchaste o fuiste a algún castillo? Me encantaría contarles más pero debo marcharme. ¡Que la belleza y la paz los acompañen a cada paso que den! Cuiden siempre sus anillos de los entes no humanos, y de aquellos que quieran quitárselos. No se preocupen de los humanos sin anillos, aunque se los quiten volverán a ustedes, de no morir...

Mientras todos lo miran asombrados, sin decir palabra alguna, El Anciano se levanta y se marcha.

En cuanto se lo pierde de vista alejado entre la gente:

—Che… Juan —dice Marcos. Juan cierra la boca rápidamente al notar la tenía abierta de forma muy notoria por el asombro. —¿Cuándo vamos al castillo?

—Ya lo estamos organizando, amigo —le responde Juan, sin pensar.

—Yo tengo dos motos para que se utilicen —dice Miguel por seguir la idea que comenzó Marcos y siguió Juan.

—A mí me gustaría viajar en moto pero no sé manejarla — Dice Sabrina.

—Si falta algo, lo que falte, me dicen y lo compro —afirma Flavia.

—A mí me van a tener que pagar hasta el agua que tome. — dice Nicolás riendo.

En vez de hablar de El Anciano, se centraron en su nueva meta: ir a aquel castillo que mencionó desde el primer día, Marcos.

Dejando de lado momentáneamente la multitud de preguntas de las cuales no hallarían respuesta aún, se concentraron en la organización para emprender su primer viaje juntos. Supusieron así debían continuar… Siempre se continúa de algún modo. Estuvieron de acuerdo todos en emprender este viaje de forma muy rápida y discreta. Marcos comenta.

—Es al interior del país, no a tantos kilómetros, pese a la tardanza significativa de dos días como mínimo para llegar. Eso encontrando el lugar.

Al despedirse, marchándose de la plaza en pequeños grupos, El grupo de los Diecinueve Jóvenes tenía la sensación que los estaban siguiendo. Uno a otro se lo susurraban. Carla le pregunta a Mónica y Marcos.

—¿Entonces no fue casual que cada uno de nosotros nos hemos reunido en el grupo que formamos?

—Así parece —responde Marcos—. Sospecho fuimos motivados a reunirnos, por ajenos a nosotros. Y parece ya no hay vuela atrás. Esto solo tiene un camino, y es hacia adelante.

FIN DEL CAPÍTULO