Hasta una sonrisa o lágrima es capaz de cambiar nuestro destino, imagínate las dos juntas.
Leer la novela online o pdfs: El Flaco Así Comenzó.
Autor Javier R. Cinacchi
Autor Javier R. Cinacchi, 2021 algunos derechos reservados; ver en el pdf del cuento / novela los permisos de difusión. Si tienes una editorial puedes imprimir el libro gratis sin variar nada de la novela, incluye el nombre del autor en cada página.
Es la página aprox. 12 del libro.
(Por si entraste por acá, comienza aquí:
Novela corta de fantasía.)
Libro: El Flaco así comenzó.
Capítulo 2: Preparándose para la batalla.
Cuando despertó, se incorporó de apoco, y estaba algo confundido. Miró a su alrededor, y estaba la sacerdotisa y el mendigo. O mejor dicho su fiel amigo disfrazado de mendigo. Le dijo ella que Fernando se retiró con los guardias. Para llamar menos la atención. Igualmente pocos sabían de su misión, y ella tenía lo suyo pactado. Y que no se había informado nada a su amigo, pues, con quien él quiera hablar dependía de él. Pero recomienda cuanto más secreto mejor.
– ¿Qué me pasó? ¿Me golpeaste?
La sacerdotisa Mismi, ríe y le responde.
– Tienes un no se qué gracioso señor, disculpa mi risa.
– Sí, lo sé...
– Me sorprende –Continúa diciendo Mismi–, que te haya impactado tanto. Aunque claro, ahora que lo pienso bien, tú no eres alguien preparado. Que esté en medio de su preparación espiritual, y tal vez por eso te chocó el poder que recibiste tanto, o recibiste mucho...
– ¿Recibí poder? –Preguntó El Flaco poniendo cara rara.
– Estate seguro señor, que si antes te temían, ahora te temerán diez veces más. Pero recuerda que este poder solo te acompañará mientras seas puro, y concurras al templo a renovarte cada tanto.
– ¿Enserio? –Continúa diciendo El Flaco, como quien está incrédulo de lo que se le cuenta, añade– ¿¡Qué!? ¿Ahora como se cuenta, puedo hacer desmayar a impuros con solo pensarlo, y pasar invisible?
– Podrás hacer hasta donde te alcance tu fe, y la del Creador en tí.
– ¡Qué lo parió!
– ¡Flaco por favor! ¡Qué me hacés reír, y esto es algo muy solemne!
Es la página 13 del libro.
(Su amigo, el mendigo, también rió un poco, pero simplemente escuchaba en un rincón, esperando a ver qué pasaba, o le diera alguna instrucción. Continúa diciendo El Flaco.)
–Perdón ¿Pero y me enseñarás alguna formula mágica?
–No hay fórmulas mágicas –le explica Mismi–, tú simplemente concentrate y haz como te parezca. El Creador te responderá. Por cierto, odia la magia, adivinación o semejantes; nunca te metas en esas cosas o perderás su poder. También odia que ores o rindas homenaje a otro dios, ya que él es el único verdadero.
– ¿Enserio?
– Sí señor, y soy consciente de que dependen vidas de lo que estoy diciendo. Intenta hacerme desmayar, aunque te aseguro que soy de alto nivel espiritual y no podrás. Y que se acerque tu amigo a un metro de nosotros.
El Flaco sonrió, pues se lo había tomado medio en broma. Su amigo miraba con los ojos abiertos a más no poder, y en silencio. El Flaco conteniendo una sonrisa que levemente se le escapaba, levantó sus manos en alto, y murmuró despacio y lentamente: “¡Creador, que se desmayen ahora!” Y para su sorpresa, su amigo cayó como muerto, y la sacerdotisa intentó agarrarse del Flaco manoteándolo antes de dejarse caer, sin poder; él logra alcanzarla, pero ella está casi desmayada. Le dice ella con apagada voz.
– Me sorprendes, creo que es su destino.
– ¿No lo maté verdad? – Dice El Flaco sorprendido, mirando a su amigo.
– No, no, pero ten cuidado de lo que pides...
– Asombroso... Pensé que solo era superstición, o imaginación, o algo parecido. Salvo casos especiales...
– No, es todo real –continúa diciendo la sacerdotisa con voz como apagada, pero recuperándose–. Una vez de niña vi a un caballero puro, resplandecer como con luz propia, y su arma quebrar a otras. ¿Piensas que nosotros vamos al templo solo por capricho? ¿O porqué no sabemos divertirnos? ¡Pues no!
Es la página 14 del libro.
El Flaco intentó despertar a su amigo, no pudo, y lo recostó en un sofá antiguo. Mismi, la sacerdotisa, a los minutos estuvo bien sola. Le dijo que mejor lo deje descansar hasta mañana, que no intervenga más en él con su poder, que estará bien, y que intervenga si ve no despierta mañana. Y dijo que le terminará de dar rápidas instrucciones, y le entregó según lo acordado, las monedas del anticipo. El Flaco contestó.
– Bien, será una misión secreta, yo no quiero tampoco ser acosado luego por asesinos. Tendré mi cara tapada, y cambiaré mis ropas en el camino. En cinco días, me reuniré con los caballeros puros en las ruinas del castillo resonante; intentaré rescatar a la cautiva, y dar muerte a todos los endemoniados sectarios.
– Tal vez, si es que tienes mucho poder puedas liberarla. Es como un hechizo poderoso que tendrá, pero tu luz podrá liberarla, si tienes la suficiente. ¿Y sabes? Si logran acabar con todos, y consideran oportuno explorar, tal vez encuentres cosas útiles en el lugar. Los caballeros te dirán qué puedes quedarte y qué no, de esas cosas. Tú sabes... no se sabé que cosas ocultas podrían haber allí. Y otra cosa señor, que temía decirle, y es sumamente privado.
– ¡Mierda! ¿Qué? –Y miró si su amigo seguía dormido.
– Sí. Sobre la hija del padre, tal vez ya no pueda estar en el templo. Incluso ya tendrá marcados sus ojos y la piel; seguro fue lo primero que le hicieron, y será mejor que haga una nueva vida junto a ti. Esto es un secreto, guárdalo en tu corazón.
El Flaco no supo qué decir, pero hizo fuerzas para no emocionarse esperando de que sea hermosa. Le dieron ganas de salir corriendo, él solo a cargarse a todos los endemoniados y rescatar a su princesa... Pero logró decir luego de un pequeño silencio:
– Bien, estamos de acuerdo. ¿Te acompaño ahora a algún lado?
Es la página 15 del libro.
Mismi, entendiendo lo que pensó por su interior, su ya buen amigo, se alegró por dentro de la esperanza y dijo.
– Si no te molesta me iré al amanecer, y que piensen lo que quieran los que me vean; menos lo que realmente hemos planeado. Me encontraré con mi grupo, y marcharemos rápido, y te encontrarás a los caballeros puros, listos para la batalla en el lugar previsto.
Seguramente estarán allí desde un día antes. Por cierto, esta será la señal de la misión:
Se paró, y dibujó en el aire un circulo, y dos líneas: Una a la izquierda del circulo, y otra a la derecha, y bajó el brazo. El Flaco comprendió que era la clave para que entre los caballeros y él, se reconozcan desde lejos.
Y no le quedó otra al héroe que ponerse a hacer la comida. Pues ya era tarde, y estaba muerto de hambre. Hizo su comida preferida: Pan fino (estirado y leudado), con queso derretido arriba, tomates cortados y muchos condimentos distintos ¡Prefería eso antes que una comida de reyes! Aunque de vez en cuando una comida de reyes no vendría mal, pero bueno... Aveces, le ponía pedacitos de carne también. Mismi veía al guerrero con un delantal, para no ensuciarse cocinando, y sonreía por dentro. Pensaba, “sí que es especial”. Hasta tenía flores decorando su mesa.
Charlaron de cosas generales, y recibió algunos datos extra para saciar su curiosidad; sobre los dos intentos previos de rescate, y eliminación del “grupo de asesinos,” como los llamó ella. Y notó, que iba a ir contra un grupo entrenado. Que esta vez, no estaría peleando contra delincuentes y asesinos comunes, generalmente borrachos de mala vida. Sino contra profesionales bien entrenados y comidos; y se dio cuenta, el porqué de la importancia de ese poder espiritual que de golpe recibió. Porque sin ello, ante el menor error podría llegar a ser presa él mismo de cazadores, o ante la menor duda siquiera de: “¿Me estarán haciendo un daño espiritual?”, sumar nerviosismo, y ante cualquier sensación rara cometer errores.
Es la página 16 del libro.
Nunca fue supersticioso, ni sugestionable, pero sabía que había cosas que no llegaba a entender, y siempre simpatizó por la religión de los puros. Y también, cosas sobre los endemoniados pensaba que aparentemente eran ciertas.
Sus enemigos, no solo son un grupo encerrado en una cueva, en medio de la nada; tienen vigilado el lugar. Ya hacía planes, pensaba; tendrían que movilizarse silenciosamente de noche, para evitar una pelea frontal, y no que el enemigo se organice y no poder cumplir. Se dio cuenta que su misión era ser un asesino de legendarios asesinos, contra los cuales nadie quiere meterse. Aunque claro... nadie salvo sus opuestos, los caballeros puros... Ahora en su interior sospecha de porqué lo contratan a él, si él cree que los caballeros están mejor entrenados que él mismo. Es muy dedicado al combate y estudio, pero algunos caballeros ya comienzan a estudiar, y a entrenar apadrinados por el reino, a los ocho años de edad; y si además son apadrinados por la iglesia, ¡uff! ¿Porqué será que lo llaman a él? En el medio de la comida no aguantó más su razonamiento:
– Disculpa ¿Cómo es que buscan contratarme a mi? Yo presupongo que los caballeros puros, están mejor entrenados que yo.
– Me sorprende tu humildad, enserio.
Y rieron un extra acompañados por el buen vino, ya que la sacerdotisa no pudo aguantarle la mirada sin reírse. Pero continuó reverente.
– Ya sabes que la señorita que liberaste, acompañaste, y no quisiste tener por mujer cuando ella, sí estaba enamorada de vos. La pequeña y muy linda. ¿Sabes de quién habló sin parar, verdad? Y su sirvienta que se llamaba Daniela, y te rechazó... Hablaron maravillas de ti.
– Mierda ¿Saben toda mi vida?
– ¡Jaja! Bueno, todas tus historias son muy interesantes, y realmente creo que eres único, y no solo yo. Resulta que el padre principal zonal, a quien tienes que rescatar a su hija, sintió cuando estaba en oración, que tú tenías que ser el encargado. Y al oír de tus historias, y sentirlo, dejó a su hija en tus manos.
Es la página 17 del libro.
Mismi se lo quedó mirando, él se la quedó mirando un segundo, digiriendo lo que acababa de decir. Tomó un sorbo de vino para ganar tiempo, y dijo.
– Obvio que la recuperaré, y la defenderé con mi vida. ¿Pero no será que se dejó llevar?
– Como todo buen caballero respondes –le dijo Mismi seriamente y con mirada fija, como si no hubiera tomado una gota de alcohol–. No tengo la menor duda de que cumplirás, y señor, yo creo que el príncipe de Tinkentou no dudará si cumple la misión, nombrarlo caballero, aunque ya sea como uno; tendrá los beneficios y obligaciones si acepta el cargo -aunque sino acepta, dudo no lo nombren igualmente-. Y está, sepa usted, invitado a profundizar sus conocimientos de guerra y espirituales en la iglesia, en donde contamos con maestros que enseñan a los caballeros puros. Será tratado de forma especial, como a un digno rey, más aún como a un enviado del Creador. Igual sabés que el reino cuida mucho a sus caballeros, son las columnas...
– Sí, sí... Soy consciente de que mi vida ha cambiado ayer... ¿Pero no será que se dejó llevar?
– Flaco, es mi líder religioso, y doy fe de que es una persona muy sabia que no se deja llevar por historias. No le fue fácil convencer a todos que se te contratara...
Él la miró en silenció, miró un instante la pared de su casa, a ver si se le pasaba alguna idea por la cabeza. Vuelven a disfrutar de la comida y la bebida. Finalizando esto, Mismi le da algunos recursos que utilizan los caballeros puros, con un manual escrito en pergaminos de papel, por ella misma. Le dio productos para mejorar su fuerza, reflejos, concentración, por si sufre heridas o es envenenado, cosas así. Algunos solo los puede usar máximo un mes, otros los puede usar mientras los tenga, otros duran su efecto horas...
A la mañana ella se retira toda sonriente; el amigo mendigo, había vuelto a ocupar su posición horas pasada la medianoche, al despertar confuso, y después de comer y alegrarse por el progreso de su señor amigo.
Es la página 18-19 del libro.
Esa misma mañana, El Flaco comienza a prepararse. Hacía tiempo que se estaba armando una excéntrica armadura, aunque con bajo presupuesto, pues como sabemos una buena armadura cuesta mucho dinero. Es toda negra, nunca lo vieron con ella. De afuera tiene y parece solo de cuero, pero tiene hierro adentro; en el pecho, espalda, cuello, cabeza, antebrazos, muslos, y todavía no había metido el hierro en la canilla, pero sí en los tobillos. Hasta posee una protección especial de hierro, para añadirle al arco de forma tal que no le dañen la mano al sostenerlo. Es hermoso el equipo, y no le quita agilidad. Solo lo hace un poco más grandote, y no lo cansa tanto como para poder llevarla todo el día montando a caballo, y pelear cuando se requiera. Le ha podido descontar peso, al solo meter el metal en partes claves y descontarlo de otras, total como no se nota que es armadura, los arqueros intentaran darle en el pecho, y no por ejemplo del costado en las costillas; aunque un poco si las tiene cubiertas también por una tira de hierro, como para frenar un corte horizontal de un hacha de verdugo. Sí, le puso un barrote de reja. Su armadura posee también una capucha a modo de casco, también fortalecido con hierro de forma acorde incluso partes del cuello.
Al anochecer ya estaba listo para ir camino a la batalla; comenzó incluso a usar los suplementos de los caballeros puros, y se sintió como más fuerte y despierto. Está vestido como siempre, pero lleva varios bultos. Su nueva armadura se la colocará fuera del pueblo; pensó todo para que supongan que simplemente va a hacer algún trabajo normal a algún lado. Tiene su espada enfundada en la cintura, tres dagas, y el arco y flechas en la espalda. Le dejó instrucciones a su amigo al salir.
– Estimado, como siempre si no vuelvo, cuidame la casa hasta que lo haga. No riegue mucho la planta nueva roja.
– Aunque tarde mil años. Sí señor, sí, y veré si le consigo una nueva para su colección.
– Obviamente, como siempre, usa el dinero para comprarte lo que necesites.
– Éxitos y buenos caminos por siempre señor.
– Gracias amigo, espero volver en menos de un mes. Si todo sale bien, o no me quedo entretenido por allí.
– Seguro estará todo bien, aparte ahora, creame que se lo siente más poderoso, tiene algo que antes no tenía.
– Cosa rara sí, recuerdo una vez que estuve ante un caballero puro, y sentía su presencia, y ahora parece la tengo yo... Ehh ¿Estás lloriqueando?
– Disculpe señor, no sé, algo en mi interior se desarma.
– Ya, amigo, que siga bien.
Y le dio un abrazo, le dejó vino, pan y queso, y se marchó. No piense que el mendigo era un sucio mendigo, solo se lo veía con harapos, pero vivía limpio, y entrenaba de vez en cuando con El Flaco, y tenía una casita afuera del pueblo, donde iba a dormir a cualquier hora. Pero se quedaba poco en su casa, porque sentía la inquietud en su alma de no abandonar su posición enfrente de la casa de su señor. Lo peor que podría pasarle en la vida, es que atacaran a su señor, o su casa; sin que él estuviera allí, o que alguien entrara a robarle en su ausencia, sin antes pasar por sobre su cadáver.
Capitulo 3:
Novela corta fanasía.
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