Leer la novela online: Novela "EL Grupo de los Diecinueve Jóvenes 2" Separados en Esferas Lejanas.

Es la página 77 de la novela.
Comienza a esforzarse en su voluntad y virtud, para generar vapor de agua. Desde las profundidades de la oscuridad empieza a subir neblina. Mateos se sienta en el borde del precipicio, levanta su puño en alto, y tanta neblina emana que apenas puede respirar. La niebla se iría quedando entre los dos muros, ningún valiente del Rey abandona su posición. Cada valiente está concentrado en lo que es su destino.

Marcos sigue avanzando, mientras en el otro extremo del reino, los valientes del Rey que están junto al Rey, comienzan a pelear con sus ultimas fuerzas. El Rey da lo que sabe quizás sea su última orden, luego de horas de fiera batalla:

—¡Arqueros a las espadas!

Todos dan un fuerte grito. Sin preocuparse ya, por cuántos más son los enemigos contra los que deben luchar, forman todos dos líneas defensivas, con sus espadas hacia los enemigos.

Habían caído muchos en batalla de aquellos a los que le impusieron el nombre de invencibles, pero también habían caído algunos en batalla de los libres del Rey, más heridos o agotados, que muertos.

Mirando hacia adelante los subditos del tirano, únicamente se centraron en ver hombres de ellos tirados en el suelo, y un muro de hombres, que los sintieron realmente invencibles y los llenaron de temor con la seguridad que les percibieron. Mirando hacia adelante, los libres del reino veían su objetivo a vida o muerte: ganar la batalla.

Desde lejos, algunos capitanes y soldados leales al tirano Rey, solo llegaron a observar como las filas de sus súbditos se iban encogiendo, como si fueran arena tapada por una subida del mar. Se colocaron detrás de los súbditos. Los de las últimas filas comenzaron a mirarlos, temiendo la muerte y odiando más a sus jefes que a sus impuestos enemigos que pelean por su libertad con gran honor, habilidad y coraje. Comienzan a mirarlos dándole la espalda al Rey y sus valientes.



Es la página 78 de la novela.
—¡Mataremos a sus casas! Gritaron los capitanes a la orden de la máxima autoridad de ellos.

Los súbditos, viendo el peligro inmediato, se detuvieron. Del otro extremo, el Rey tronó en medio de un instante de silencio:

—Estén de mi lado, y nunca más los amenazarán. ¡Peleen por la libertad o serán siempre esclavos ustedes, sus hijos, y los hijos de sus hijos. Sean libres ahora mismo. Libertad!

“¡Libertad!”

“¡Libertad!”

La palabra “libertad” fue gritada por los valientes del Rey, y comenzó a ser murmurada por los súbditos, hasta volvérseles un grito lleno de pasión. Al final de las líneas del costado izquierdo, de los Súbditos del Invencible, había caballería de arqueros. Bastó que una mujer furiosa al grito de “no tocarán a mis hijos” lanzara una flecha contra los fieles del tirano. Para que una lluvia de saetas les cerrarán los ojos, no dejando ni uno vivo de aquellos que los amenazaban continuamente.

Avanzan por su libertad contra el tirano grupos de los súbditos. Los valientes del Rey mantienen posiciones.

Sin que el tirano lo sepa en ese día tuvo cien miles de valientes en su contra extras. El Rey se dispuso a recuperarse él y el resto de su ejercito original. Conocerían desde aquel entonces en ese mundo tal día como La gran batalla por la libertad. Pero los enemigos aún son muchos y parte se reagrupan. Inmediatamente el Rey quiere volver hacia el sur, luego que recuperaran las imprescindibles fuerzas, hacia los Altos muros del sur. Pero aún no está asegurada la victoria. Desconocen el estado en que se encuentra tal zona, y aún está el temor en los corazones por la gente y el reino.

Precisamente en ese instante, Marcos observa catapultas moverse delante de él a tiro de arco, desde una oscura cueva, temblando de miedo. Entre los dos Altos muros del sur, hay una niebla tan espesa que no poden ver los soldados la punta de sus espadas desenvainadas y se acomodan contra el muro externo de a grupos.