"No hay hombre tan cobarde a quien el amor no haga valiente y transforme en héroe." Platón
Leer la novela online: Novela "EL Grupo de los Diecinueve Jóvenes 2" Separados en Esferas Lejanas.
Autor Javier R. Cinacchi
Es la página 17 de la novela.
Atraviesa la puerta en otro mundo, cayéndose en la tierra de éste. Se arrastra alejándose unos metros de la puerta. Sintiéndose fuerte, se pone de pie, y mira perturbado a su alrededor. No ve a nadie. Está en una especie de cúpula. Se observa roca blanca en la parte superior, con una abertura en un costado por donde llega poca luz que se suma a la luminosidad de la puerta que allí se encuentra. Arena o tierra grisasea está por piso, rodea a la puerta, que está sobre un material que parece mármol negro. Se da cuenta a primera vista que está posiblemente atrapado ¿Tal vez en una cámara debajo de la tierra? ¿En el centro de una montaña de un mundo lejano? ¿Podrá salir de allí? Pero un miedo interno aún lo perturba más.
Nervioso y triste por no ver a Mónica, apenas pudiendo contener las lágrimas, observa. Hay una puerta aparentemente de madera, en frente de él con unas palabras grabadas arriba (a las que no le presta mucha atención). Avanza hacia ésta sin saber bien qué hacer. Sin llegar, se sienta en la tierra, abatido, al costado entre ambas. Se siente sin fuerzas en su alma, por notarse separado de su amor, su vida... Agarra un puñado de la reseca tierra, arena, o lo que fuere aquello; y la observa descender de su mano. Piensa en detenerse a pensar qué hará, aunque lo que más hace es detenerse a sentir su pena.
Está observando el polvo que levanta al tomar y dejar escabullirlo de su mano, cuando lo sobresalta un opaco sonido de algo pesado golpeando contra la tierra, resuena entre las paredes de la bóveda.
Mira, es su novia, Mónica; ¡y se está levantando del suelo! Cambiando de estado de ánimo, con la rapidez de un trueno; corre sonriente a abrazarla.
—Qué bueno que estemos juntos —Dice Mónica— Ay! Me golpee la cadera.
Marcos emocionado la abraza como un niño mientras no logra contener algunas lágrimas.
Se está limpiando las lágrimas, y observan llega su amigo Mateos, quien también cae en la tierra. Lo ayudan a ponerse en pie, más que porque él lo necesitara, por cortesía de amistad. Al ver el lugar que los envuelve Mateos, dice:
—Espero que no estemos en algo así como la caverna de Platón. O algo peor. ¿Recién llegaron no?
Es la página 18 de la novela.
—Recién llegamos amigo —le responde Marcos.
—Me alegra verte, aunque que bajón no estar en casa —dice Mónica.
Mientras Mateos recorre el lugar, acaparando en detalles, Marcos y Mónica se murmuran palabras de amor entre caricias.
—Era obvio que si de golpe tenemos superpoderes, y nos lo facilita un grupo, nuestras vidas no va a ser igual que antes —dice Mateos.
A los minutos llega Estefanía, como empujada de la puerta, cayéndose en la tierra. Mira apenas a su alrededor, y allí se queda llorando. Mónica la levanta, sigue llorando ahora abrazada de Mónica. Luego de media hora, sollozando dice:
—¿Y los otros?
—Estarán en otros mundos, si no vienen rápido; no creo que los volvamos a ver pronto—. Le responde Marcos.
Y allí estuvieron un rato entre sollozos de Estefanía y silencios, moviéndose y observando ese lugar, sintiendo hambre y sed. Hasta que no vieron otra opción más que afrontar su presente, y decidir si continuar, o atravesar la misma puerta por la cual llegaron allí. El que preguntó fue Marcos.
—Che Mateos ¿Qué opinás?
—Es extraño que acá no se escuchen sonidos. La inscripción sobre la puerta de madera, me resulta parecida al latín. Es extraño, que la luz entre, y al observar por la abertura únicamente se vea roca por la inclinación. Obvio está en claro, que si atravesamos la puerta, sin que Sueñosreales o El Anciano nos lo digan... O nos perdemos terminando en cualquier lado; o como poco nos muestran gran enojo, y nos vuelven a mandar acá.
—Sí. Y parece no va a venir nadie a recibirnos ¿Intentamos abrir esa puerta?
—Sí, que tengo un hambre...
Y le dieron la espalda a la puerta, mirando fijamente la puerta de madera. Marcos se apoya contra esta, haciendo una leve presión con su cuerpo. La puerta gira en un eje central y se abre. Comienzan a subir por una escalera en caracol, bien iluminada por un rayo de luz, que atravesando polvo desciende por el medio. Caminan hasta cansarse los cuatro en silencio, tanto que tienen que descansar para continuar la subida. Llegan a otra puerta.
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