Leer la novela online: Novela "EL Grupo de los Diecinueve Jóvenes 2" Separados en Esferas Lejanas.

Es la página 111 de la novela.
A las horas de estar todos dormidos por el cansancio y gran pena, una voz rompe el silencio total de la noche:

—¡Arriba! ¡Arriba! Sueñosreales me dijo qué hay qué hacer —a voz fuerte y despertando a sus amigos expresa Mónica—.

—¿Qué hacemos? —dice sin perder el tiempo Mateos.

—Tiene que pasar por la puerta.

Sin perder el tiempo en mayores preguntas, Mateos sale de la habitación en la cual se encuentran, gritando en el lenguaje de tal esfera: —¡Su atención! ¡Debemos irnos ahora! ¡Su atención! ¡Debemos irnos ahora!

Mónica y Estefanía tomaron rápidamente la pequeña cantidad de cosas que llevaban y lo siguen. No pasó diez minutos que el Rey y guardia se acercan corriendo hacia ellos. Le pregunta el Rey a Mateos:

—¿Qué ocurre guardían y amigo mío?

—Debemos hacer pasar a Marcos por la puerta, lo ha dicho Sueñosreales, así tal vez viva.

Tan rápidamente como el hombre más rápido recorre mil metros, ya estaban saliendo, a trote de guerra llevando a Marcos lo más rápido posible. Delante el Rey y hombres armados abrían el paso. Todos montados en animales, Marcos nuevamente en el carro que lo había traído hasta las proximidades del castillo, junto a los especialistas en cuidar la vida. Sin ningún tipo de honores; más que el de intentar llegar lo más rápido posible a la puerta, dirigen así su paso acelerado.

En Marcha Mónica les contó lo sucedido, junto a la presencia del Rey, quien ni bien puso en movimiento todo, se acercó a Mateos buscando detalles de lo ocurrido, y ambos se acercaron a Mónica quien estaba junto con Estefanía. Los cuatro se alejaron un poco de los demás, y así comenzó su relato:

—Dormía, estaba soñando con Marcos. Y de repente me despierto dentro de mis sueños, pero abandonando mis sueños, bien despierta, y allí estaba Sueñosreales. En medio del vacío, de la oscuridad, el cual se sentía muy pesado y cargado de angustia.



Es la página 112 de la novela.
Me dijo apenado:

—“Así me siento cargando esta pena”.

—Y me llevó a una gran tormenta en medio del mar, allí observamos. Las olas parecían querer pelear contra el cielo, y la furia del viento estaba en medio. Sentí enojo. Y luego vimos una isla, la playa de la isla, y la furia del mar contra ella. Me dijo.

—“Así son nuestras penas, como un gran furioso mar inmenso que nos daña y desgasta, y nos hace sentir solos, y enojarnos no nos sirve para nada”.

Y la tormenta comenzó a calmar, y añadió:

—“Y pese a ello, por más que sea tremendo, la tormenta igual termina, si lo permitimos”.

—Y en la playa, ya tranquila, bajo las estrellas de los astros me dijo:

—“Me he enterado en este momento de lo qué ha ocurrido, en todos sus detalles. Yo los estoy controlando a todos, y no me es tarea fácil. Hay muchas cosas para aclarar, nos alegra la victoria, y nos entristece el dolor que pudo haberse evitado de actuar correctamente los guardianes. Los errores trataremos no se repitan, y ahora solo queda una alternativa intentando se recupere Marcos: Que atraviese la puerta, yo estaré aguardando del otro lado. Puede pasar vivo y sano, o desacomodarse todo su cuerpo, o que llegue igualmente mal sin cambio alguno. Pero en la esfera de los guardianes si no lo cura la tecnología, lo hará un guardián, tal ya está viajando. Hacia allá que es menos tiempo que hacía acá. Es la única esperanza que veo, que podemos intentar, en vez de solo esperar su último suspiro, por motivo de sus heridas, o esperar acá a que llegue tal guardián que cura. No hay tiempo para que alguien vaya a curarlo en donde están ahora”.

—Luego de esto lloré, y él me abrazó. Y mostró mundos lejanos, hermosos, recuerdos que aún posee en su memoria, y me dijo:

—“Espero estos y muchos más vean, ahora deseo marcharme, tengo mucho que arreglar, pensar, y hacer, vuelvan los cuatro. Estaré atento”.

—De repente cesó todo sueño, y así desperté sabiendo que no era un sueño.