Leer la novela online: Novela "EL Grupo de los Diecinueve Jóvenes 2" Separados en Esferas Lejanas.
Autor Javier R. Cinacchi
Es la página 84 de la novela.
8
Laberintos
Miguel quien desconoce aún su habilidad, Sonia quien puede influenciar a animales, Rubén quien también ignora su habilidad, Nicolás quién puede provocar descargas eléctricas. Salen uno tras otro en medio de un gran laberinto de apariencia desolado, y aunque imponente, mostrando señas del paso del tiempo. Únicamente pasan con una mochila en total, y lo que llevan encima.
Los cuatro juntos recorren muy poco de tal laberinto, y vuelven a la puerta. No saben qué hacer, charlan, observan a su alrededor, recorren, intentan escalar algunos de sus muros sin poder lograrlo...
El laberinto está formado por gruesos muros de piedras lisas, unidos por material. Son grandes las piedras, por las cuales no pueden treparse, utilizando sus uniones. Tiene un alto de cuatro metros de altura aproximadamente. Por sobre la puerta es la única parte que ven con techo; muy fuerte la construcción, reposa en gruesas columnas, con algunas decoraciones.
Recorriendo parte del laberinto llegan a unos jarrones que contienen agua. Por sobre cada uno hay un orificio del cual presuponen sale agua de lluvia. Piensan si beberla o no, luego de ver que se la observa sin color, olor, ni gusto. Miguel se ofrece a ser el primero de una forma un poco brusca:
Es la página 85 de la novela.
—Ya que desconozco mi habilidad, tomaré del agua primero, si a las horas no me hace daño, beban también. Sé que está buena.
—¿Y cómo lo sabes? Quizás para nosotros no sea buena. —Dice Rubén mientras Miguel sin escucharlo y sin reparos, ahoga su sed, en tal agua.
Pasan horas apenas recorriendo un corto trayecto a la redonda de los jarros con agua, charlan y le preguntan continuamente los tres a Miguel si se encuentra bien. El agua no le hace daño aparente, y quejándose sus amigos por tal atrevimiento beben, no sin un poco de desconfianza.
No se escucha mayor sonido que el del viento, y los murmullos del andar de los cuatro jóvenes aprendices de guardianes. Sonia, al rato de caminar se detiene, e indica hagan lo mismo sus compañeros. Logra traer un ave de tamaño semejante a un cóndor adulto, de color blanco; afirma:
—Tiene un nido a aproximadamente a un kilómetro. Los únicos animales que hay son éstas águilas, unos roedores, y lobos o semejantes a lobos, agresivos. Esto hasta donde llego a darme cuenta.
—Y yo creo saber otra cosa —añade Miguel— Hay algunos pozos con agua a cada aproximado kilómetro, a su alrededor árboles que dan frutas todo el año, y de cuyas frutas caen al suelo se alimentan tales lobos y roedores, los lobos también cazan a los roedores además de comer las frutas que caen. Con Sonia no serán problema.
Lo miran deteniéndose unos instantes en su andar.
—¿Y cómo sabes todo eso, seguro que no te hizo mal el agua? —Le pregunta Nicolás.
—No sé, solo sé que están; y a nuestra derecha los más cercanos.
—¿Has descubierto tu habilidad? —Le pregunta Rubén
—Párese, y también siento cual es la tuya. Tú puedes hacer que los seres se inmovilicen, pero mejor no lo pruebes con nosotros.
—Me asombras —le responde Rubén—. Y la verdad que no sé como hacer eso que dices.
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