La buena literatura suma inteligencia
Leer la novela online: Novela "EL Grupo de los Diecinueve Jóvenes 2" Separados en Esferas Lejanas.
Autor Javier R. Cinacchi
Es la página 54 de la novela.
Pasan como sesenta sueños, y están ambos muy fastidiosos, cansados de todo lo que allí les pasa. Incluso de dejarse llevar de un lado a otro, siempre viendo lo mismo sin propósito en sus vidas, ni nada para hacer. En medio de un gran aburrimiento, que ha sido el mismo que experimentan desde hace dos semanas. Cristian plantea lo que siente, y pensaba hace sueños:
—¿Sabés qué Carla? Ya hasta dudo de que seas real. A dónde vayamos nos persiguen aproximadamente siempre las mismas imágenes, a donde mire, veo aunque no sea todo tal cual, siempre las mismas escenas, charlamos siempre lo mismo, me pregunto ¿Estamos vivos? ¿Es más porqué vamos de un lado para otro? ¿Solo para movernos un poco? Espera, antes de decir algo... Quizás vos me digas: Yo estoy viva, te veo, toco, escucho, etcétera. ¿Pero cómo saber si todo no es un producto de tu imaginación, así como yo no sé si todo no es un producto de la mía?
Luego de un largo silencio Carla responde:
—Espero que esto se acabe pronto. Ni idea de porqué nos invitan a seguirlos, pero supongo que es para no dejarnos abandonados, y aveces sabes, que nosotros se lo pedimos, o lo intentamos. La verdad no quiero pensar en esas cuestiones que planteas sobre la irrealidad, porque de nada sirve complicarse así la mente. Continuamos tratando de sufrir lo menos posible, nos ayudamos, aún si todos somos parte de un casi silencio, y la vida más rica está en nosotros, porque en el exterior no se puede elegir aparentemente nada en donde ahora estamos.
—Claro, antes de los dos últimos sueños pensaba más o menos eso mismo que tú ahora me respondes. Es gracioso, pero... si estuviera solo no sabría qué hacer, creo que me convertiría en uno de ellos. Estando tú al lado mío, rodeados hace tanto de tanta arena seca, ya ni sé si eres real. Por ejemplo podría intentar besarte, pues eres hermosa, y sé que lo disfrutaría. Pero aún me pregunto si todo esto es real. Y sé la respuesta.
—Bésame y contame tú respuesta.
Es la página 55 de la novela.
Luego de largos besos...
—Sé que somos reales —dice Cristian mirándola a los ojos—, por ti, y ahora me doy cuenta del gran privilegio que tenemos al poder en nuestro mundo tener tantas cosas. Incluyendo el afrontar situaciones muy difíciles, y demás. Hay mucha variedad incluso de gente. Aquí todo lo mismo siempre. ¿Sabés lo que hace falta aquí?
—¿Qué mi amor?
—Arte, incluso el arte de la filosofía y ciencia. El asombro. Variedades de lo que sea; misterios; retos; aquí lo que hace falta ¡es vida! ¡Vida! ¡Poder vivir!
—Estoy muy contenta de que estés a mi lado Cristian.
—Sí, yo en este momento me siento el hombre más feliz de la Tierra. Pero, imagínate qué sería de nosotros luego de veinte años de desierto y situaciones que se repitan... Incluso si nos damos cuenta de que nada cambia, ¡nada! Ni siquiera si pudiéramos tener hijos.
—¡Me tiro por la puerta por la cual vinimos, aunque no sepa si podríamos volver!
—¿Sabés qué Carla? Esa es la misma respuesta que yo pensé que dirías. En fin... Esperemos que pronto volvamos a algún lado más emocionante ¡y juntos! Aunque seas un sueño de mi corazón.
—¡Qué poético! Eso no se te va ni aquí, eh...
Al ocultarse la estrella que más brilla, en la oscuridad se notan los antiguos luceros. Cristian le dirige un largo poema de amor a Carla, queriendo continuar en la luz de su alegria. Su vida en tal momento la siente más plena que nunca -por ahora-, pese al lugar en que se encuentran; por lo nuevo que tiene en su pecho. Comenzó así a cantar al ritmo de su corazón:
¡Joyas en el universo
retumben en mis versos!
Carla, te contemplo y veo,
feliz en este momento.
Contento por tenerte,
y que me tengas como tuyo.
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