"Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado."(Miguel de Unamuno) frases
Leer la novela online: Novela "EL Grupo de los Diecinueve Jóvenes 2" Separados en Esferas Lejanas.
Autor Javier R. Cinacchi
Es la página 101 de la novela.
Y David no es ningún indefenso que solo brinda paz. Puede inmovilizar a un enemigo o dejarlo como atontado, aunque si puede o no frenar a otro guardián o señor del olvido con capacidades especiales, ya dependerá de quién es más fuerte, para saber cuánto puede atontarlo. Aunque con que pueda frenar diez segundos a su atacante, si está acompañado por ejemplo de Pablo o Verónica, es muy probable de que tengan la victoria asegurada en muchos casos...
Los tres avanzan en dirección al lugar, unos cien metros más, y eligen una formación rocosa con árboles al rededor para esperar a Verónica.
A los minutos se escuchan señales de alarmas y estruendos.
Pablo sin pensarlo corre hacia el lugar, David y Esperanza por el impulso interno de la amistad, siguen a Pablo preocupados por Verónica. Se escuchan sonidos como de gente peleando, sublevación, o algo semejante.
Se detienen a metros de un alambrado. Esperanza comienza a dar lugar a la tormenta.
—Hicimos mal en venir todos —dice David—, quizás Verónica está en el lugar de encuentro.
—Parece que los ruidos más intensos vienen de allí —Comenta Pablo señalando detrás de una edificación rectangular, baja, de unos cincuenta metros de pared, y a unos cincuenta metros de donde están ellos ocultos por la vegetación.
Observan que toda la guardia comienza a ir a tal lugar. Una fuerte tormenta se desencadena.
—¿Qué más da? Vamos de una —Dice Pablo y avanza.
Esperanza logra causar una tormenta con relámpagos, pero ella no puede manejarlos, e impactan en las zonas más altas y árboles. Pablo tira con una patada, un poste de alambrado y avanzan. El día pasa a ser noche por la tormenta de forma muy rápida. Se encienden en el campamento luces color verde oscuro, en medio de gritos, estruendos, y alterado movimiento de los que allí están. Llegan al borde de la edificación los tres aprendices de guardianes, y miran lo que ocurre.
Es la página 102 de la novela.
¿Una sublevación? Varios heridos o muertos en el piso. Algunos miran asombrados al cielo. A Verónica no la ven.
Pero no se dan cuenta que a ellos sí los ven. Esperanza está concentrada en la tormenta; Pablo en buscar a Verónica; David mira hacia todos lados, en parte por no saber qué hacer, y observa a mujeres, niños, y dos “rebeldes con armas”, lo apuntan desde el otro costado de la edificación. David los mira, caen desmayados. Pablo se da cuenta vienen soldados, e interviene golpeándolos con su grito de Kiai, caen.
Tormenta en gran furia, los tres en medio de un conflicto que no comprenden. Espalda contra espalda solo piensan ahora en defenderse de peligros. Están nerviosos. Eran muy extraños estos tres guardianes para la gente del lugar que comienzan a acercárseles y señalarlos. Comenzaron a bajar sus armas, un poco influenciados por David... otro poco seguramente por el asombro de lo imprevisto.
—¿Y ahora qué hacemos tontos? —Dice apareciendo a gran velocidad Verónica, fatigada, acercándose a los tres—. Otra vez no me esperaron en donde debían, vine aquí por la tormenta ¿Están locos? ¿Cómo se atreven a intervenir tan notoriamente?
Esperanza hace gestos con los brazos en alto y la tormenta comienza a calmarse, quiso que la vieran; para asombrar más a la gente de allí; piensa al menos asombrados no los atacarían, y de hecho dejaron de pelear entre sí, aunque se observan claramente hostiles ambos grupos.
—¡No hagas eso! —le dice enojado David— No somos enviados de Dios, o dioses.
Esperanza lo mira con un gesto de no agradarle, y baja los brazos, adoptando una postura normal.
—¿Puedes con tu velocidad sin correr peligro sacarles a todos las armas? —Le pregunta David a Verónica.
Al minuto y durante quince se va formando un montículo de armas y objetos raros. Verónica fatigada dice:
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