La buena literatura suma inteligencia
Leer la novela online: Novela "EL Grupo de los Diecinueve Jóvenes 2" Separados en Esferas Lejanas.
Autor Javier R. Cinacchi
Es la página 62 de la novela.
—Es que eso es solo una suposición. En fin no volveremos a charlar largo tiempo de lo mismo ¿Tiene los nombres, de aquellos a quienes debe enloquecer, y de aquellos a los que debe...?
(Noemí siente ella una conmoción de emociones, que creo lo más aproximado es definirlo como mezcla de espanto y asco.)
Observa una lista de nombres, y ve siendo Sueñosreales dirigiéndose a la puerta, arrojando la lista en tal.
Nuevamente se encontró en la nada. Pudo sumar otras dos preguntas a las tres que ya poseía: ¿Por qué veo esto? Obviamente careciendo de la facultad de imaginar y razonar en tal momento, no pudo forjarse respuesta.
Sin saber muy bien cuándo ocurrió, llega a un mundo. De repente atravesando la puerta, y sale ante un pueblo con gente. Se incorpora muy lentamente, confundida. Observa a grandes rasgos, y llega a la conclusión que está en el estado que llamamos vida. El pueblo que tenía delante de ella, está formado por pequeñas casas, de forma rectangular, de algo semejante a adobe, pintadas de blanco crema, separadas por caminos de tierra. Cada casa posee terraza, un gran árbol en el medio de su fondo, y gran cantidad de plantación. Poseen una huerta, y un sector con algunos animales. Todas las casas son semejantes. La mayoría de la gente se la observa trabajando en su huerta-jardín. Muy pocos haciendo algo en las sendas de tierra.
La puerta está en un grueso rectángulo, que podría decirse la decora. Una pequeña pared de medio metro la envuelve, ésta es irregular, pero la rodea.
Le molesta algo entre su cuello y la ropa. Es un papel doblado, lo mira. Dice:
Si quiere volver, tiene que volver locas a estas personas, a las que poseen un circulo eliminarlas:
(Lista de veinte nombres y al final de la lista dice:)
Esto es algo bueno, ya que si no lo hace pasarán quién sabe si millones de años sin ningún tipo de progreso, y morirán todos al final de hambre, por no saber afrontar su número. Al llevar a termino estas instrucciones, verá tal aldea modificadas sus vidas, y comenzarán a hacer cambios, lo cual suponemos los harán progresar. Y luego esa aldea será mejor que otras, y comenzarán a competir y a desarrollarse. Por otra parte si no hace esto no regresará, y si intenta volver se perderá en la nada.
Es la página 63 de la novela.
Noemí se sentó a pensar. Le extrañaba en gran manera que haya visto a El Anciano entregándole tal lista a Sueñosreales.
Dedujo que si eso lo vio fue porque Sueñosreales quiso. Se preguntó: ¿Le estaba advirtiendo que debía hacerlo? Supuso que sí; que de no llevar a término tal acto pedido, se desharían de ella. Pero no podía concebir de que Sueñosreales fuera malo. El Anciano le resultaba misterioso, pero Sueñosreales sincero, gentil, amistoso, justo, en resumen: bueno. Supuso quizás no le quedaba alternativa, y debía llevar a cabo tales actos, y por ello Sueñosreales le había mostrado tal escena. Pero tales peticiones están en contra de sus principios, ya que lo malo es malo pese a cualquier punto de vista.
Siente un hambre y sed tan grande que no la deja pensar bien. Comienza a caminar entre tal poblado. La gente habla extraño lenguaje, y no le prestan ninguna atención, más allá de algunas miradas que le dirigen, para ellos es rara. Comienza a buscar alimentos, llora, comienza a meterse en las casas. En las primeras la gente la saca más o menos de forma gentil. Luego cansada, temiendo desmayar, entró en una casa y obligó -influenciando la mente de una mujer que allí estaba-, a que le sirviera comida, y se sació. Al marcharse le dijo:
—Perdón.
Comenzó a prestar especial atención a qué hacen en tal poblado.
La mayoría trabaja, algunos charlan o caminan, muy pocos llevando algo. Observa una vida muy tranquila a su alrededor y “carente de colores” (todo está color natural, sin flores, sin ornamentos, ni estatuas, etc.), arte, decoraciones, apuros, movimientos esforzados, nada de todas estas cosas. Solo en una casa notó gran efusión, y lo que supuso risas. Dedujo estarían festejando algo o divirtiéndose.
Cuando iba a oscurecer, sintiendo pena, se subió a un techo. Las escaleras de las viviendas no tienen puertas. Volvió a llorar una vez más hasta dormirse.
Al día siguiente recorrió el pueblo, era todo bastante igual.
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