La buena literatura suma inteligencia
Leer la novela online: Novela "EL Grupo de los Diecinueve Jóvenes 2" Separados en Esferas Lejanas.
Autor Javier R. Cinacchi
Es la página 90 de la novela.
Miguel sonríe, dice:
—Si eso es lo que decidieron vamos; yo no quiero influir en esta decisión.
—¿Por qué?— Le pregunta Nicolás.
—Si lo dijera, ya estaría influenciando.
—Ya no me gustás más Miguel —dice Sonia en tono chistoso—, vamos.
Y se adentraron a paso lento, en el laberinto más oscuro que hayan transitado, no obstante algunas paredes estaban iluminadas. Agujeros llegan hasta los muros trayendo luz del cielo que se refleja en los mismos. Sin embargo no tuvieron en cuenta que ya iba a anochecer; piensan, quizás en la parte superior hay espejos, pero no evaluaron el anochecer. No dejaron más marcas que en el suelo que cruces hechas en el polvo, donde daba la luz.
—Tenemos que ir lento, estoy espantando animalitos, que no sé si son venenosos —dice Sonia y añade—. Yo iré primera, hay unos insectos que son como abejas grandes que vuelan, luminosos, y pican.
—¿Qué tanto iluminan? —Pregunta Nicolás.
—Podría irlos juntando y que nos rodeen, pero quizás se pierdan... Bueno, los que están cerca los motivaré a seguirnos.
Y comenzaron a rodearlos puntos de luz que se mueven en la oscuridad, con luz azul algunos, y otros verde. Insectos que volaban negros, fluorescentes, en especial en su gorda panza. Un aguijón pronunciado tiene cada uno de ellos, y son de unos cinco centímetros de largo.
Continúan en movimiento. Los muros apenas están iluminados por la luz de luna, en pequeñas partes, más alrededor de los jóvenes se suma la luz de los insectos.
—Nos vamos a perder —Dice Nicolás.
—Y además yo estoy cada vez más cansada —dice Sonia.
—Por favor sácanos de aquí, me da pánico el solo pensar en todos los bichos que nos puedan comer. Miguel decí algo ¿No sabés nada? ¿No podés hacer nada?
—Sigamos— dice Sonia.
Es la página 91 de la novela.
Y siguieron dando vueltas por el oscuro laberinto, nerviosos, temerosos, escuchando el sonido de los insectos, que en cualquier momento si Sonia no podía más, podrían pasar de ser una ayuda, a ser la causa de su muerte. Tenían ganas de salir corriendo ¿Pero hacia dónde? Para peor se les acabó el agua.
Sonia ya casi no camina, arrastrando sus pies dice:
—Tengo mucho cansancio, y me estoy comenzando a desesperar un poco. Voy a alejar cuanto insecto se cruce, y dormiremos. Si atacan me despiertan. Tratá de hacer algo vos Nicolás.
—Provocaré electricidad estática a nuestro alrededor, quizás eso sirva para algo.
Pasan minutos. Estando prácticamente envueltos por oscuridad, salvo pequeños rayos de débil luz de luna que se iba corriendo. Sonia expresa con voz muy cansada.
—Es muy extraño, hay algo que no se va, tiene algo de vida animal y otra vida que no sé qué es... ni su forma. Tengo que descansar.
Y se acomoda en los brazos de Nicolás. Miguel y Nicolás se miran, Miguel hace un gesto de fastidio, Nicolás expresa un “y qué le voy a hacer”, y ahí termina su dialogo silencioso sobre con quién iba a estar Sonia. Nicolás estuvo despierto durante horas, junto a Miguel que dijo:
—No tengo nada útil que añadir a la situación. Yo también estoy muy cansado, y en este momento disculpa, pero dudo mucho. Si querés charlamos de nuestro pasado, o de lo que nos gusta...
—Ya, decime que pasa por tu cabeza.
—¿Estamos seguros?
—No sé —dice Nicolás—, los alrededores poseen mucha electricidad estática que estoy manteniendo; supongo no vendrán para acá. Espero que no nos pique ninguno de esos bichos.
—Mirá —dice Miguel—, al llegar a la puerta de este lugar, me esforcé mucho; y solo logré tener un gran dolor de cabeza. Antes dije de las ropas de cuero, pero ahora no sé. Supongo estaremos bien, pero ya no confío en mí, y no quiero influir en las decisiones que se tomen.
—¿Nos va fatal no?
—Creo que nuestro futuro está imprevisto.
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