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Leer la novela online: Novela "EL Grupo de los Diecinueve Jóvenes 2" Separados en Esferas Lejanas.

Autor Javier R. Cinacchi

Es la página 79 de la novela.
Marcos no quería dañar a nadie. Temblando y llorando se fue llenando de furia. Lo que era una oscura cueva comenzó a iluminarse por fuego. Sin mirar hacia donde, pero queriendo dar contra las catapultas, comenzaron a impactar por la zona grandes masas de fuego. De la cueva algunas rocas comenzaron a caer hacia afuera. Se escucharon estruendos, se escucharon gritos, y comenzaron a correr desorientados, dejando los guerreros del tirano, la mayoría de sus armas. Pero un grupo ya estaba llegando con catapultas más livianas contra el muro en uno de sus extremos.

Muchos Subditos del invencible, aprovechando la distracción y deseando libertar a sus familias, comienzan a pelear contra algunos fieles del tirano. Pronto estos viéndose superados huyen. Mientras, Marcos queda desmayado atrapado en un derrumbe de la cueva. Un grupo numeroso aún comienza a atacar los Altos Muros del Sur, desde un costado con catapultas livianas.

Hay cruces de saetas y rocas. Van perdiendo fuerza lentamente la gente del Rey, teniendo que refugiarse sin atacar, pero antes caen en batalla un tercio de las arqueras a caballo, guerreros y algunas catapultas de las líneas de batalla del tirano que habían comenzado el ataque. No logran los ejércitos del tirano con tales catapultas romper el muro. A las horas se impacientan de que solo ellos quedan efectuando el combate. Los capitanes carentes de honor, y de respeto por el rey tirano, viendo continúa el ataque se retiran muchos de ellos, con la excusa de sumarse al ataque central -que en realidad fue frustrado por Marcos incendiando las catapultas y generando caos-. Se retiran con la mayoría de los soldados de elite.

Mateos se esfuerza, sin conocer el estado de la situación, hasta sus últimas fuerzas a tal grado de caer desmayado -luego de estar diez horas soportando-, apenas corriéndose unos metros en medio de la oscuridad, del precipicio.



Es la página 80 de la novela.
Los aliados del Rey observando sólo son atacados desde un costado, lamentando las órdenes del Consejero del Rey, mantienen posiciones. Los tiranos atacan al muro pero abandonan los subditos el combate al estar rodeados de tanta niebla, que no pueden ver nada, pese a que logran romper el muro en una parte no se enteran; sin tantas presiones de capitanes, sin nada más que lanzar al muro, los dos capitanes que quedan, ordenan avanzar al día siguiente, cuando cese totalmente la niebla.

Casi al anochecer, al no escuchar ningún sonido de guerra. Piensan ya no queda en pie ninguna resistencia, y se perderán poder saquear riquezas. Avanzan con la mitad del ejercito que les queda.

De las torres los ven avanzar, ardientes de batalla, los valientes del Rey toman todos arcos, y se colocan ocultos en torres y muros. Los capitanes enemigos y guardia de elite, hacen avanzar a los súbditos primero, penetran entre las dos murallas. Al no escuchar sonido de guerra se apresuran a avanzar juntos. Penetran hablando de su victoria entre ambos muros, quejándose por haberse demorado mucho por la extraña niebla, y preocupados por su destino. Avanzan camino hacia el centro, hacia la puerta principal. Al acercarse comienzan a sospechar de que todo está en demasiadas buenas condiciones...

Mientras los súbditos armados continúan avanzando los soldados elite por orden de los capitanes del tirano se detienen, y eso fue su condenación. Los libres comienzan a atacarlos con flechas y hasta lanzándoles rocas, de los muros y torres; caen en minutos gravemente heridos. Los súbditos se rinden inmediatamente. En el norte, el Rey y sus valientes reanimadas sus fuerzas del primer encuentro en armas, ni los enemigos pueden superarlos, ni ellos a la totalidad de los otros por no ver un momento oportuno. Antes de proceder el Rey buscó conocer el estado de la batalla en el reino. Estaba el Rey en el campamento recontando sus fuerzas, cuando de repente sintió estremecerse la tierra. Sabiendo que sus enemigos temerían cualquier anormalidad por un poder sobrenatural de los guardines, ordenó a todos gritar y avanzar contra el campamento enemigo.

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