El Grupo de los Diecinueve Jóvenes y la Primer Puerta.

Es la página 120 del libro.
—…Y si podemos hacer un bien y no lo hacemos —añade David—, también eso es algo malo. Además creo que está Dios, y juzgará.

—Totalmente de acuerdo —opina Flavia muy seria—. Luego, no llegamos hasta acá para volver a atrás.

—¿Por qué no? —dice Mateos—. Peor sería volver hacia atrás, estando más adelante. Ahorraríamos tiempo ahora.

—Supongamos —interrumpe Marcos—, hay una puerta misteriosa que nos podría llevar a mundos lejanos ¿La atravesarían? ¿Hasta dónde nos vamos a arriesgar? Porque si preparamos todo y llegamos hasta acá, es obvio que la idea no es retroceder como cobardes a mitad del camino.

—Obvio… yo te sigo a donde sea —dice Mónica con fuerte voz. Se escuchan unos cuantos chistes de fondo, un resaltado “¡te quieerooo!” por parte de Marcos. David interrumpe poniéndose en pie para decir:

—Nos dirigimos hacia donde está aquello que amamos. Incluyendo nuestros sueños y anhelos.

—Perfecto —dice Marcos, también poniéndose de pie—, escuchen... Pero si ocurre nos encontramos con una puerta que al atravesarla nos llevaría a mundos distantes ¿Qué hacemos? ¿Recuerdan la historia que contó El Anciano?

—Muchas veces debemos decidir cosas importantes —opina Pablo—. Cada vez que decidimos sobre una mudanza, un trabajo importante, un estudio, una fe, un estilo, cada casamiento… y demás cosas que pueden afectar la vida.

(Alguien grita cambiando la voz: “¡No vale casarse con varias al mismo tiempo, ratón!”, y todos ríen.)

—Sí, pero no te vas a otro planeta —dice Marcos—. O adonde sea que supuestamente lleven esas puertas.

—Sin estar seguro qué habrá o si hay regreso —añade Juan muy serio—, o si se muere en el camino. Guiados por historias contadas. Y no una sino diecinueve personas que tienen familia.

—Bueno… tu viejo llegó hasta allí, y no se animó a pasar — dice Nicolás. Añade:— ¿Y qué vio?

—Resumiendo: Un castillo donde no existe —dice Marcos—, y según me contó, una puerta como de luz. Supongo, allí dentro hay una o varias puertas de las que habló El Anciano. Además al llegar al lugar les pasaron cosas raras. Ya les conté lo que sé. No les guardo secretos.

Es la página 121 del libro.
—¿A tu papá nunca le pasó nada extraño, no? Digo como a nosotros… —Pregunta Ceci.

—Así como a nosotros, no… no tienen que yo sepa habilidades fuera de lo común más allá de la de aguantarme a mi. Pero… El collar cambiante de color, lo usaba mi mamá, nunca la vi hacer nada raro, a veces hablaba de sueños raros. ¿Y vos Mateos no estás seguro de seguir adelante?

—Sí, estoy seguro. Sólo que me gustaría que todos lo estuviéramos, no me gustaría para nada estar solo.

Se escuchan varios consentimientos. Aunque ni uno de los de allí pensaba distinto en esto.

—Si tienen la posibilidad de ser algo así como superhéroes ¿Lo serían? —interrumpe Flavia con algo que pensaba desde que vio lo que podía hacer.

—Lo difícil es la complicación de intentar ser algo sobresaliente —Divaga con sentido Pablo—, encontrar tu rumbo, continuar pese las complicaciones luchando. Supongo, si procedemos bien, siendo gentes de bien, nos irá bien… Al menos es más factible así sea de… digamos… que siendo malos. Sin necesidad de ser un superhéroe… Aunque en el pasado le decían a esto buscar la gloria… —al decir “gloria” todos se lo quedan mirando.

—Ustedes los hombres... siempre tan humildes —dice Sonia con ironía.

—¿Y a quien no le gustaría ser un exitoso y reconocido profesional? ¿No podría decirse a eso su gloria? —dice Marcos.

—Lo de reconocido creo que no es del todo necesario… —dice David— No hace falta agrandarse. Es más, el no agrandarse es un signo de grandeza, siendo digno.

—Yo atravesaría esa puerta —dice Esperanza.

—¿Y si tendríamos que pasar por peligros para poder llegar?—pregunta Sabrina, quizás la más temerosa del grupo— ¿O si es un castillo y desaparecemos juntos con él?

—¿Y qué gloria podría venir sin una buena pelea? —dice Miguel, ríe para disimular y continúa:— ¡Doy mi vida por ti Sabrina!