"Quien puede decir cuanto ama, pequeño amor siente." Francesco Petrarca
El Grupo de los Diecinueve Jóvenes y la Primer Puerta.
Autor Javier R. Cinacchi
Es la página 171 del libro.
—A esta esfera solemos venir a reunirnos, enseñar, y a descansar, pues aquí estamos seguros, en paz. Ahora deberán aprender un poco por si mismos, pues si les enseñáramos lo más sencillo, únicamente les quedará lo complejo para continuar con su comienzo. Mejor será aprendan a aprender solos. La vida es hermosa, y la emoción de vivirla, y descubrir.
Pero antes, hubo muchas preguntas de los jóvenes y respuestas que no respondió ni El Anciano ni Sueñosreales. En realidad respondían mucho de formas tales como: “Eso lo sabrán a su debido tiempo”; “Aquello lo deben decidir ustedes”; “Cualquier duda importante, ya les enseñaremos como comunicarse”; “Por ahora les aconsejo intenten no involucrarse en cosas importantes o que les resulten raras”; “Contemplen mucho para adquirir sabiduría”.
—Ustedes deben también marcharse —dijo El Anciano antes de saludar para irse—, algunos ni siquiera saben lo que son capaces de hacer. A partir de ahora, por su bien y el de indefensos, no deberán nunca enojarse, e intenten no dañar a alguien o algo. Es un misterio… pero un segundo es casi nada de tiempo, y a su vez puede estar en un segundo decisiones enteras, destinos que marcarán siglos o aún más. No estén ansiosos ni apresurados. Y tampoco pierdan el tiempo.
Y esto fue lo último que dijo, para saludar y retirarse.
No estén ansiosos ni apresurados. Y tampoco pierdan el tiempo.
Abbila ese mismo día también fue guardiana. Estaba muy emocionada, Sueñosreales suspendió el collar cambiante de color en el aire, se volvió en su parte posterior como de pequeños diamantes y le dio un pinchacito a Abbila, al rato de tenerlo en su cuello. Sueñosreales dijo:
—Ya descubrirá sola que facultades le dará. Estos objetos suman o restan pequeños cambios genéticos en los guardianes, y al poco tiempo le acrecientan habilidades. Poco podemos decir o enseñar al respecto. Salvo… transmitir experiencia el que posea las mismas habilidades, y recomendar una y otra vez, hagan lo correcto y no actúen apresuradamente.
Es la página 172 del libro.
—¿Entonces a mí podrás enseñarme? —Le dijo Noemí, presente como el resto mientras le hablaba a Abbila. A lo cual Sueñosreales asintió no muy entusiasmado. Al poco tiempo, horas, de estar ambos aparentemente en silencio sentados uno delante de otro, Noemí les contó a sus compañeros:
—Me enseñó muchas cosas, lo más impactante es la irrealidad del tiempo, pues en un rato, en nuestras mentes, estuvimos muchos días, incluso no sé si hasta un mes. Me dio muchos consejos, de los cuales ya les contaré. Me enseñó realmente mucho, incluso me mostró algunos de sus recuerdos.
Regresaron nuevamente los de túnicas blancas, Abbila ya no estaba, se despidió contenta, no sin ratificar su promesa realizada a Marcos, pidiéndole disculpas a Mónica por su atrevimiento.
De esta forma se pasó otra noche, al día siguiente se regresaría, pues verdaderamente se había demorado mucho. Se pidió a Marcos diga las últimas palabras del día, se puso de pie, de espaldas a la fogata en el medio de la aldea, dijo:
—Espero estemos bien. Actuemos bien, y así continuemos siempre. Por favor, cada pequeño problema hablémoslo; así no se hace peor. Estoy seguro hicimos bien en atravesar la puerta, y no nos arrepentiremos.
David, en aquel mundo distante, elevó una corta oración, para que así fuera. Cristian unos versos, y cada uno se marchó a descansar o meditar en silencio.
Al emerger la claridad de la estrella más cercana que alumbra allí, se volvería a reunir para marchar atravesando la puerta a la Tierra.
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