"La duda es uno de los nombres de la inteligencia." Jorge Luis Borges
El Grupo de los Diecinueve Jóvenes y la Primer Puerta.
Autor Javier R. Cinacchi
Es la página 124 del libro.
Capitulo 9
EN BUSCA DEL CASTILLO
Como generalmente ocurre en los que logran triunfar, en medio de las dificultades, se siguió avanzando.
Marcos, quien se había colocado el collar cambiante de color, observó junto con sus compañeros que muestra una pequeña luminosidad, desde su proximidad al llegar donde se acampó. Según a la dirección que Marcos se dirige con el collar, éste emite luz en mayor o menor medida. Todos notan esto y se decide seguir la mayor intensidad al día siguiente.
A la noche Marcos sueña con el castillo, y tal sueño asemeja a la realidad. Siente olores, texturas, pesos, ve claramente los colores, y lejos de ser imágenes rápidas siente cada movimiento dado, incluso teniendo consciencia. Se decía: “Estoy soñando, porque antes de estar acá estaba durmiendo, y no llegué en ningún momento aquí”, aunque lo dudaba.
Carla lo despierta muy suavemente, pues se había puesto de pie como sonámbulo, y se llegó a mover unos metros como tal. En el sueño se fue acercando a un castillo en perfecto estado. El castillo es de dimensiones considerables, la torre del homenaje es cuadrangular y se eleva como a cuarenta metros por sobre el muro, es de piedras en cubo, con dos murallas y varias torres en estas. No ve persona alguna en lo que observó de la edificación. Llegando a estar por entrar, es despertado.
—Descuida, son sólo recuerdos —le dice Carla—, pasan rápidamente por la mente, reanimados por la proximidad, el deseo de lo que buscamos, o incluso el temor. Se forman a partir de sucesos percibidos, modificados y recreados. Te parecen reales porque te impactaron, y se hicieron dentro de tu mente. No te preocupes.
Es la página 125 del libro.
—Pero —dice Marcos—, me parece es algo más extraño que eso. Hasta un poco reconocí el lugar.
—Bueno... en realidad —le contesta Carla—, con nosotros puede que lo común no ocurra. Igual no te preocupes, pero obvio que no podés andar caminando dormido.
—Claro... —dice Marcos—. Bueno, espero que no pase de nuevo. Por las dudas, ya sé qué haremos...
Sin complicaciones extra, y a temprana hora, luego de desayunar se levanta el campamento. Aún continúa un poco más el recorrido en los vehículos, pero ya no se escuchan las risas y bromas de antes. La intensidad de la luz del collar aumenta en una dirección donde no hay ningún camino. No obstante, se podría a kilómetros intentar en otro camino paralelo al cual se estaba, para saber si entre ambos se encuentra el lugar.
Hubo tensión, y un poco se desintegró con la desilusión al comprobar que aún se debía seguir, pues nuevamente ocurrió lo mismo. Lo cual se repitió dos veces más, hasta donde según la luminosidad, aparentemente se debía estar saliendo del camino, adentrándose en la selva, volviendo un poco hacia atrás. Allí había una sensación extraña, mucho silencio y tensión ¿o miedo?
En una parte se observa el poder adentrarse un poco con los vehículos, lo suficiente para que Carla los oculte totalmente, dejándolos entre la vegetación. Cargando las mochilas y carpas, alejándose en la búsqueda de aquel castillo, el grupo continua avanzando.
El camino fue lento hasta que Carla y Mónica comienzan a alejar la vegetación por donde transitan. Marcos observa varias aves de fuego, supone “Tal vez tienen algo que ver con la cercanía al castillo”. Esto da ánimos, algunos ya estaban diciendo comentarios tales como: “¿Y si nos perdemos?”; “¿No será mejor regresar?”; “Creo que ya llegamos muy lejos, a ver si nos estamos equivocando”, y eso que recién comenzaban a alejarse de las camionetas. La luz del collar fue cada vez más intensa, de tal forma que allí donde llegan débilmente los rayos del sol, ilumina a su alrededor de forma notoria.
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