El Grupo de los Diecinueve Jóvenes y la Primer Puerta.

Es la página 118 del libro.
Al alejarse los últimos tonos de fuego, reflejados en el cielo y la laguna, al emerger la noche con sus silencios y sonidos; los amigos con los ánimos serenos, quedan frente a la preparada fogata en la invitación de usar el tiempo para reflexionar. Son parte de una escena bella, que hasta el que menos sentimientos tuviera, reconocería tal belleza. Se observa al grupo de amigos en círculo, con la fogata en medio. Chispas se elevan al cielo, como diminutas lucecitas danzantes; se refleja en todas las cosas que los rodean, la luz del fuego que hace ondular las sombras al limitarlas. Atrás, un camino; en medio, un fuego con su calor. Por sobre ellos, pareciera las estrellas los miran, y se escucha los sonidos del campo junto al del agua de la laguna. Algunos ruiditos sobresaltan de vez en cuando, y el sonido del viento marca un suave ritmo que también acompaña...

En medio del recorrido, es un momento muy propicio para detenerse a pensar. Aunque se busquen excusas para no hacerlo. En un rato quedando solos con los pensamientos, una pregunta emerge.

—¿Qué haremos de nuestras vidas? —dice Carla.

—¿Por qué no hacemos música? —Expresa lo que venía pensando Mateos.

—¿Que hagamos una banda de rock, o que seamos como los distintos instrumentos musicales que aunque diferentes, forman unidos una melodía? —dice Cristian que enseguida comprendió la idea.

(Se produce una especie de juego, continuando el tema. No sin que falten también algunas risas por comentarios de fondo y gestos graciosos que las provocan.)

—A todos no nos gusta el rock —dice Sabrina sonriendo—, pero somos amigos con puntos en común, la respuesta es obvia —hace una pausa y añade:— Aunque, claro, música puede ser muchas cosas ¿Buena o mala música haremos?

—De la buena armonía, con la estética de la belleza —afirma Cristian.

—Pero… ¿Qué considera bello cada uno de nosotros? —dice Carla.

—Si fuéramos distintos instrumentos musicales —dice Mateos—, en una misma interpretación; la belleza sería no desafinar.

Es la página 119 del libro.
—Pero no sería justo que todos tuviéramos que hacer lo mismo, si alguien no lo quiere —dice Sabrina.

—Imaginen como la música armoniosa de la vida en sí —dice Mateos—. Donde la desafinación sería lo inmoral, lo egoísta. Lo éticamente incorrecto, lo corrupto, o el odio.

—Una guitarra que en vez de ser usada para hacer música se la usa para tirársela a alguien por la cabeza —dice Pablo, quien en ese momento se arrepentía de no haber traído su guitarra—. En una melodía cuando te equivocas una nota bien mal, es obvio esta está mal, a nadie cuerdo le gusta.

—El fuego que en vez de calentar o iluminar es usado para dañar —dice Marcos—. Hay que evitar cosas así. Pero les recomiendo el Heavy Metal del bueno ¿No Juan? —dice sonriendo y levantando un puño en alto durante unos segundos, a lo cual algunos ríen. Juan responde levantando también un puño en alto mientras dice “see”.

—Las personas que dañan o hasta extinguen alguna especie —dice con voz potente Sonia—, me enfada mucho eso. Dañan el ecosistema, e incluso se dañan a ellas mismas. Está mal, hay que combatir eso.

—El viento que se vuelve tornado dañando todo a su paso —dice Flavia—, sería para mi el no hacer armonía. —Añade en broma:— Más les vale no hacerme enojar ehh.

—Sí —dice Mateos—, nadie te hará enojar Flavia, y cada caso que en su desarmonía provoca daño, algo feo, carente de belleza. Lo definiría como algo malo que desafina en la música. Y nosotros podemos hacer muchas cosas, nos ha tocado, parece ser, ser un poco libres como dijo Nicolás antes.

—El tema —dice Juan sonriendo—, además de escuchar buena música, como ser el metal. En fin... El tema es ¿Qué haremos de nuestras vidas? Es obvio, buscaremos hacer el bien y no el mal… ¿No? Somos todos inteligentes... Emm... supongo. Además no queremos problemas —¡Obvio! Hacer el bien es armonía —afirma Sabrina—, belleza, justicia…y son todas cosas lindas.