"La duda es uno de los nombres de la inteligencia." Jorge Luis Borges
El Grupo de los Diecinueve Jóvenes y la Primer Puerta.
Autor Javier R. Cinacchi
Es la página 122 del libro.
—¡Esa…! — Se escuchó a más de uno decir en medio de risas.
—Gracias lindo… Pero… No sé… ¿No es arriesgarse innecesariamente?
—Eso lo dices tú, porque no peligró tu vida —le responde Esperanza—. Las decisiones dependen de las situaciones. Ya nos han atacado, ya estamos afectados, Juan hoy estaba armando carpas con su mente, yo manejo la tormenta, David puede hacer desmayar quién sabe hasta a cuántos, y así muchos de nosotros, ya no hay vuelta atrás.
—Sí… Tal vez. Espero algo nos de una pista, al menos de saber si lo que nos dijo El Anciano es verdad. —Dice Sabrina, añade:— Podríamos acampar en frente de ese “castillo”. Si existe, dejar algo dentro y si desaparece… comprobar luego si vuelve… Vemos si está.
—Buena idea. Que sea una planta y un animalito —dice Carla.
—¿Y nos dejamos conocer o no? —pregunta Verónica—: Ya saben: Eso de hacer rayos, crear fuego, tormentas, manejar cosas, hacer caer en profundo sueño, y demás manifestaciones extrañas. Llaman un poquito la atención.
—Sospecho, seremos leyendas… —Dice Rubén ahogándosele la voz, quedando mirando pensativo a un punto distante.
(Se escucha un “¡uhh!” de alguien.)
—No entiendo —dice Juan—. ¿Por qué preocuparse por esas cosas? Cada uno haga lo que mejor le parezca ¿no?
—Si hablamos, no callamos; si no nos ocultamos nos dejamos ver… —dice Carla. Añade:— ¿A medias? Unos sí y otros no… No sé… ¿Cada uno por su lado? No queremos eso, queremos estar juntos ayudándonos.
—Si claro —dice Juan—.
—Es que yo les mostré a algunos qué podía hacer —Dice Verónica—. Mi agilidad… Mi nueva destreza es ser apenas percibida, como si fuera un fantasma moviéndose rápido. Me concentro tanto que veo a los otros lentos y puedo moverme antes, casi sin ser percibida.
Es la página 123 del libro.
Y así el grupo habló mucho. Las palabras, van forjando, o fortaleciendo actitudes en el pensamiento. Cada palabra pronunciada era escuchada y evaluada con mucha atención, y sin enojos. Tanto las frases tontas como las sabias y envueltas en reflexiones, como así también las sentimentales y afectuosas.
Por primera vez allí se comenzó a hablar de algo que no quedaba aún del todo claro: “Gloria”, “ser héroes”, “volverse leyendas” “ser armonía”… Palabras que al mencionárselas, causan una extraña sensación, más aún teniendo la posibilidad de concretarlas. Podría decirse provocan sed de ellas mismas. Incluso algunos llegaron a dirigirse miraditas de desconfianza en algunos momentos, principalmente por temor a que algún corazón diera lugar a sentimientos morbosos ocasionando problemas.
La mayoría durmieron poco, reflexionaron algunos acostados antes de dormir. Y al amanecer, entre una vida de aventuras rodeadas de maravillas y misterios; a una, llena de las cosas cotidianas; más la motivación de la carencia de seguridad frente a los ataques recibidos... La decisión fue de todos por igual: Seguir adelante prefiriendo la aventura.
Continuando el viaje, las rutas en su mayoría de asfalto ahora se volvieron en su totalidad de tierra. Éstas, al final del trayecto comienzan a ser apenas caminos.
El grupo se desvía un poco del rumbo, para entregarles una pequeña ayuda a un centro de asistencia comunitario, especialmente para habitantes originarios necesitados.
Continúan los últimos cientos de kilómetros que llevarían horas, entre caminos muy poco cuidados y embarrados, rodeados de árboles, cactus, abundante vegetación y fauna.
Al fin el grupo llega sin complicaciones, al círculo final marcado en el mapa, allí se acampa adentrándose entre la vegetación del Impenetrable. Decididos a continuar cuando amaneciera.
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