"La duda es uno de los nombres de la inteligencia." Jorge Luis Borges
El Grupo de los Diecinueve Jóvenes y la Primer Puerta.
Autor Javier R. Cinacchi
Es la página 114 del libro.
El punto de reunión es en una avenida, para en principio continuar mediante la autopista. Luego de allí, seguir por una ruta, para a su tiempo pasar a otra ruta, e ir siguiendo un largo recorrido pasando de una a otra ruta de vez en cuando, antes de adentrarse en pequeños caminos de tierra. El día está nublado, a punto de llover.
Comienza el viaje, con las cuatro camionetas idénticas, llamando la atención. En la ciudad miran curiosos al pasar en fila los vehículos. El grupo charla teniendo en el sentimiento interno en ese instante, un sentir de victoria, el no ser simplemente una persona más entre las multitudes de desconocidos. Pero los sentimientos no son constantes.
En la autopista, como si se hubiera planeado, todos guardan silencio al mismo tiempo. Hay una sensación extraña y nueva en los corazones. Los sonidos de la velocidad acaparan la atención, junto con algunos pequeños relámpagos entre grises nubes. Hay miradas al rededor disfrutando la primer sensación de rapidez en el comienzo del recorrido, pero sintiendo también tristeza por lo que se deja atrás: En los hogares hay parte de los corazones. Tal tristeza, de vez en cuando se hace notar en cada uno, en especial ante el silencio. Día tras día acompaña de a ratos, pero en el inicio eso se siente más fuerte, casi hace llorar. De apoco comienzan las charlas...
Al pasar muchos vehículos, y siendo pasados por algunos locos, de esos que piensan están corriendo una carrera en vez de viajando, se volvería algo repetitivo las horas. De vez en cuando uno piensa en silencio, nacen sentimientos pasajeros en uno u otro viajante: una sensación de ser dueños del propio destino habiéndose atrevido a hacer algo distinto, más la incertidumbre de si esto será bueno o no, sumado a un disfrute de la aventura.
En la ruta, al pasar el tiempo, sólo se observa la pequeña caravana, y a veces algunos distanciados autos. La mayoría del trayecto rodeados de campo y postes de luz a los costados. Con esta escena repitiéndose por considerable tiempo, en medio de chaparrones, y algún que otro pueblo, o estación de servicio se va avanzando en el recorrido.
Es la página 115 del libro.
En la ruta, pasada la ciudad, se ven autos fuera de temporada turística sólo de vez en cuando. Al viajar algún niño por la ruta, de vacaciones, puede ser tan grande el aburrimiento que se pone en algunos momentos a contar los postes de luz que se ven al pasar. De forma tal que marca un ritmo en el conteo cada poste, su pasar de una punta de la ventana a la otra, o se intentaba llegar a un número específico sin perderse ningún poste, o la seguridad de no haberse confundido. La mente está hecha para pensar y busca resolver cosas...
El aburrimiento por un viaje monótono se hace presente, y a las horas, los amigos comienzan a hacerse… digamos… chistes.
—Che Juan —dice Marcos— ¿Qué broma les podemos hacer a estos?
—¡Ninguna! Debemos ser precavidos. Conductores responsables. Hay que tener cuidado.
—Sí seguro… Pero no crees que podemos… No sé, alienarles el estéreo, bajarles y subirles una ventanita…
—¡No! —dice Juan—. A ver si por distraernos se provoca algún accidente.
Pero al final comienzan las “bromas”. Juan les cambia la música del estéreo a las chicas… Esperanza hace, llueva sólo sobre el auto donde está Juan. Nicolás, quien podía influenciar descargas eléctricas, llama por radio a los que están en otro vehículo sólo para escuchar cómo se sobresaltan y luego enojan; esto por un relámpago que hace subir con un gran estruendo, de la tierra a las nubes. Había momentos de muchas risas...
Y así... siguiendo el rumbo trazado en el mapa, deteniéndose en algunas estaciones de servicio de vez en cuando, de a ratos se escucha heavy metal proveniente del vehículo donde está Juan, que no duraba mucho, porque a Mónica no le gusta tanto. Las “bromas” cesan. Hay una parada para comer, y un seguir y seguir el viaje hasta el cansancio. Luego de más de diez horas de haber emprendido el recorrido, sin ningún apuro:
—¿Cristian nos avisas si ves algún lindo lugar para acampar? —le dice Marcos por radio a Cristian.
—Sí, claro —recibe por respuesta.
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